Le
temía y se temía, porque se daba cuenta que algo muy en su interior le estaba sucediendo,
se enojaba porque sabía que no tenía que permitir que ese hermoso y peligroso
sentimiento, se apodere de su cuerpo. A medida que iba conociendo como era él
terminaba muriéndose un poco más cada día. Le daba temor porque últimamente
todo se le iba de las manos. Y es que hace rato ella había cerrado con la
puerta que la protegía de los sentimientos, esos que van directo al alma, que
aparecen y te agarran desprevenidos, y que cuando te quieres dar cuenta, ya es
demasiado tarde y se vuelven incontrolables. Era uno de esos sentimientos que
le daba tanto miedo aceptar, pero que la hacían bien sentir, la llenaba de vida,
de alegría y esperanzas, pero principalmente de dudas, miedos e incertidumbres.
Aquella
coraza que se había puesto desde un principio estaba desapareciendo poco a
poco, y se comenzaba a sentir cada vez mas indefensa e insegura, tenía miedo de
dejarse llevar, dejarse caer y volver a sufrir como le había sucedido hace
tiempo atrás. Pero sin querer él ya se le había filtrado por los
poros de su piel, recorriéndola; lo sentía fluir por sus venas hasta llegar
directamente a esa puerta que había cerrado; él de a poco y sin quererlo logró
abrir esa puerta y le disparó directamente al corazón. Cada noche que pasaba con el le gustaba más y más.
Y enfurecía,
era un enojo con ella misma, porque sabía desde un principio frente a quien se
estaba exponiendo. Ella pensaba que iba a poder controlarlo todo, pero
lamentablemente se había equivocado. Y es que lamentablemente éstas cosas
suceden así, son incontrolables. Y es que lo que sale del corazón es imposible
quitarlo así nomas. Y por eso se enojaba, por permitir dejar entrar sentimientos
que después podrían llegar a dañarla.
Para él ella era la segunda opción
de un triángulo, y lo sabía, lo asumió desde el primer día que lo besó y es que desafortunadamente
él no se encontraba sólo, pero a la vez sí lo estaba. Era visitado de vez en
cuando por el cuerpo de otra mujer, y a medida que pasaba el tiempo a ella le
empezó a pesar ésta situación, el solo hecho de pensar que mientras que ella lo
pensaba a kilómetros de distancia, él podía estar con otra, eso sí, la
atormentaba profundamente. Pensaba en cómo sería ella, y sobre todo como él la
veía, y fue ahí cuando dió cuenta que algo había cambiado. Tenía miedo de que a
su regreso, él no la quiera ver más. Tenía miedo a ser olvidada.
Le
temía a él, a su percepción de ver mundo, le era inevitable no pensarlo, ya que
todo lo que la rodeaba no hacían otra cosa más que llevarla directamente a su lado.
Las ganas de estar con él aumentaban, ganas de abrazarlo, besarlo, dormir junto
a él. Temía
cada vez más porque se sentía bien al lado suyo, se identificaba con él, se
enojaba por algunas acciones de él y sin embargo aún así, sencillamente tenía la capacidad de alegrarle la
mañana, la tarde, la noche, el día con un simple hola.
Hasta qué una mañana del mes de abril vio un mensaje que le hizo tomar una decisión, un simple saludo de cumpleaños le hizo darse cuenta que sus temores se convirtieron en realidad...Él ya no estaba solo.
Entonces se dio cuenta que estaba demás en su vida y que debía alejarse, ella ya no se merecía ser la segunda de nadie. No estaba dispuesta a serlo. Fue así como tomó un lápiz y un papel, y le envió esta carta a él para decirle que hasta acá había llegado, que tomó esta decisión porque sabía que si se permitiese estar una noche más con él sería como meter el dedo en la llaga. Ya no quería dejar que una mínima caricia, un beso, una mirada la hagan más vulnerable de lo que se había convertido estando con él.
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