sábado, 27 de diciembre de 2014

LA SANGRE by Char Giordano

La sangre de un hombre que corría por sus venas y arterias, fluía como el agua que corre por las tuberías de la una gran ciudad. 
La presión sanguínea que ejercía su sangre era ligera. Las válvulas de su míocardio permitían hasta ese entonces que el hombre se mantuviese con vida. Sístole y diástole, hasta ayer hacían que su corazón siga latiendo. 
Una mañana de quien sabe que año, que día y que hora, el hombre se levanta, se viste, toma un mate y despidiéndose con un saludo general dice adiós a su familia de forma apresurada y se marcha porque olvidó de poner la alarma del despertador y llega tarde a su lugar trabajo. Rápidamente sale de su casa y cierra la puerta con llave. Camina y se detiene porque el semáforo está en rojo. Mientras espera, tararea una canción; segundos más tarde levanta la mirada y advierte que puede cruzar la avenida, pero rápidamente saca de su mochila su Ipod, se pone los auriculares y lo enchufa a para poder escuchar en el camino un poco de música y hacer mas placentero el viaje hacia el trabajo. Luego mientras se decide a cruzar la calle, toma el anteúltimo cigarrillo que le quedaba en la caja de Marlboro que tenía en su bolsillo y con su otra mano prende el encendedor, dando la primera pitada que lo llevará seguramente a una supuesta muerte temprana.  
Por su parte la mujer de la Pick Up Toyota Hilux color negro, sale de su casa con sus dos hijos a las apuradas porque una vez más llegan tarde al colegio. Los tres suben a la Pick Up, se colocan los respectivos cinturones de seguridad y por fín se decide a dar arranque al vehículo mientras da marcha atrás para salir del Garaje de su casa tomando la calle que sale a la avenida. 
La mujer hace dos cuadras y sin frenar al llegar a las esquinas, llega y dobla a la derecha para agarrar la avenida. Llegando al primer semáforo que marca luz amarilla y pasa sin importar, no frena y sigue avanzando, frena ahora sí en el próximo semáforo que ya marcaba luz roja y se detiene casi tocando la senda peatonal, mientras pasan los peatones la mujer pone el CD de música que su hijo mayor escucha todas las mañanas en el viaje y espera impacientemente. 
Mientras que el hombre que apresurado vivía sólo se tomaba el tiempo para guardar un encendedor y una caja de cigarrillos en pleno cruce de avenida. La mujer de la camioneta Toyota, que impaciente esperaba en aquel semáforo para poder avanzar, sin tomar atención en lo que sucedía a su alrededor, una mañana de un mes indefinido y a quien sabe que hora vio la luz verde encenderse y apretó el acelerador, sin ver que a un hombre que cruzaba la senda peatonal se le había caído una caja de cigarrillos y un encendedor a suelo, y se agachó para agarrarlos. 
Ahora, aquella sangre que recorría las venas y arterias de aquel hombre se encontraba esparcida en la calle teñida de rojo de aquella avenida, ya era demasiado tarde, su corazón había dejado de latir.

A veces no vivimos el momento presente, estamos pendientes y vivimos en el futuro, sólo pensando en el que pasará, vivimos constantemente acelerados. No nos tomamos el tiempo para con las cosas que realmente valen la pena como un simple saludo o el prestar atención a las cosas que suceden a nuestro alrededor, o simplemente el sencillo acto de no haber puesto el despertador a la hora correcta puede hacer que se detenga nuestra vida para siempre.

Car Giordano.


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