Los dos comienzan levantando sus miradas uno en dirección al
otro. La coalición es inminente, se van acercando poco a poco, se chocan sin siquiera tocarse, se van entregando el uno al otro, sin
moverse cada uno del lugar en dónde se encontraban. Distantemente se miran, son de esas miradas que lo dicen todo sin decir ni una palabra, son de esas
miradas fugaces con la misma trayectoria y en direcciones opuestas. Dos miradas en una, que se fusionan, se funden, se dicen todo. Y se desean terriblemente la una a la otra, el uno al otro. Y las miradas se besan rápidamente mediante éste solemne momento, y rápidamente en una milésima de segundos ellos deshacen ese momento de deseo para no delatarse. Se
pierden las miradas entre la multitud, como si nada pasase, como si no se animaran a algo más, entre tímidas y vergonsozas, como si nunca se hubiesen visto las caras.
Char Giordano.
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