viernes, 17 de enero de 2014

LLUVIA DE VERANO por Char Giordano

Noche de verano, calurosa y agobiante, miro al cielo y la veo ahí, menguante está la luna, acompañada por millones de estrellas que iluminan la oscuridad de aquel misterioso cielo. De repente y como por arte de magia comienza a soplar una brisa, la copa de los árboles empieza a resonar, como si se acercara la tormenta. Puedo sentir lo que se avecina. No me pregunten porqué pero lo siento.

Minutos después veo un telón de nubes que cubre el cielo y las primeras gotas comienzan a caer; caen con fuerza, y no me importa nada, dejo que me mojen, que recorran mi cuerpo.

Siento el césped húmedo con la planta de mis pies, el viento en mi cara, que alivia éste sofocante calor, hago entonces una respiración profunda y exhalo lentamente con los ojos bien cerrados, y sonrío por primera vez. Me es inevitable sentirme así de libre, siento paz interna, y la felicidad me invade todo el cuerpo y me estremezco.

Lentamente elevo mis brazos, y mis pies comienzan a moverse, giro sobre mi eje, y comienzo a dar vueltas y vueltas, no puedo parar, es una sensación hermosa. Y sonrío nuevamente, sí,  sonrío de felicidad, somos el viento, la lluvia, un hechizo y yo en esta noche en pleno enero, y nadie más. Solo nosotros.

Y caigo al cielo que se refleja en los charcos que se han formado en el césped. No me importa ya más nada, que éste momento, esto que siento es la plenitud total, no quiero que pare, no quiero que se termine, solo deseo que siga, que no se detenga. Y le ruego a los dioses, ver el relámpago en aquel tormentoso cielo; si, por favor necesito escucharlo, sentirlo y luego, segundos más tarde ese rayo me atraviese, me parta el alma en dos, me mate.






Char Giordano.


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